Frankfurt nos hizo pensar que se había acabado el frío. Mentira. Mentirototota. Estamos en Friedrichshafen y hace mucho frío. Llueve. Fuimos en la mañana de ayer al aeropuerto a ver la llegada del equipo de Irán (el primer rival de México) y a pesar de haber dormido sólo un par de horas fue sumamente divertido.

Habían niños en shorts que se estaban helando, llovía, una banda de música, flores, lluvia fría, algunos fans disfrazados con bufandas, banderas y la cara pintada, funcionarios siguiendo el protocolo, policías y sí, la lluvia hizo que se convirtiera en todo un relajo. No duró mucho el evento, pero para más información compren Milenio y lean la crónica del marido (hay que hacer el comercial, ni modo). También ahí viene la nota del entrenamiento al que fuimos en la tarde.

Nunca había ido a un entrenamiento, y me quedo con dos cosas principalmente. Los iraníes son guapos. Muy guapos. Hay uno que se siente como el Kikín Fonseca, se llama Alí Karimi, y no le hace caso ni a los niños que le piden autógrafos. La segunda, lo divertido del entrenamiento es lo que pasa en la tribuna, donde estaban tooodos los que vimos en el aeropuerto en la mañana y se la pasaron echando porras. Los niños se peleaban por recojer y devolver los balones de Karimi, los papás gritaban recomendaciones a los niños y en realidad nadie pelaba la cascarita de los jugadores.

Hoy Roberto va a otra sesión de entrenamiento y yo voy a ver qué hay en Friedrichshafen. Creo que nada más está el museo del Zepelin, a ver que tal. Saludos a todos.