Hasta en los hoteles del primer mundo a veces no se puede uno conectar a Internet. Tampoco tienen aire acondicionado. Calefacción sí, pero no sirve de mucho en esta época de altas temperaturas. Hoy estamos llegando a Gütersloh. Es otro pueblitito. Aquí está la selección de Portugal, y la misión del marido es verlos entrenar antes del partido con México.

El viernes en Hannover. Bueno, decía ya en posts anteriores que los mexicanos pintamos todas las ciudades de verde. Soy redundante, pero deveras es muy impresionante. Roberto sí tenía boleto para el partido, así que se fue al estadio desde temprano. Yo me fui a dar la vuelta y en una placita me encontré a mucísimos alemanes cantando Ay Ay Ay Ay, Canta y no llores... al son del mariachi. Se siente bonito encontrarse con un balet folclórico a la mitad de una ciudad alemana. Habían muchísimas banderas, sarapes, sombreros y matracas. La gente estaba prendidísima. Hasta niños alemanes con banderas de México. La expectación ante el partido con Angola era enorme... ...

Luego me fui al Fan Fest a ver el juego, ahora sí rodeada por mis paisanos. Debo decir que el atractivo de esta fiesta no era necesariamente el futbol. La cerveza. Las chelas son lo que la rifa entre los connacionales, pero eso sólo incrementa el número de porras y cielitos lindos entre la multitud. Ya una hora antes del partido el alcohol había hecho sus estragos. Si a eso le sumamos el terrible espectáculo que vimos, pues no fue la mejor experiencia. Fue muy padre ver (en la plaza waterloo) a 2000 mexicanos cantando al mismo tiempo. Basta decir que el ambiente cambió radicalmente de antes del partido a cuando acabó. La historia sería diferente de haber vencido a los africanos, pero salimos todos cabisbundos y meditabajos... Yo me fui directo al hotel porque el dolor de pies no me permitía ninguna otra actividad.

Saludos muchos a todos.